Dani salió de casa sin saber aún las circunstancias del
mensaje de whatsapp de Miriam. Se peinó delante del espejo y volvió a mirar el mensaje que no
hacia ni diez minutos le había enviado su amiga:
“ Necesito verte, sal cuando puedas”.
Le necesitaba. Iría a verla. Ella siempre había estado ahí,
le había apoyado siempre. Sobre todo desde el momento en el que se entero de
que su novia estaba viéndose con el novio de su mejor amiga a escondidas. Los
dos lo estaban superando como podía, ambos sonreían con las bromas que se
gastaban el uno al otro.
Cogió la mochila, se la puso sobre los hombros, salió de
casa. Miriam le estaba esperando en la puerta.
Dos besos, bromas, criaturas mágicas que salían revoloteando
de la mochila que la chica. Llegó el momento de las explicaciones.
-
Entonces… ¿ Salió así de la nada del libro que
te dejo Mario?- Preguntó el chico algo extrañado. Aunque le dijese que no le
necesitaba, sabía que ahora no podía dejarla tirada. Que su amiga necesitaba
contar con su ayuda aunque todo lo que estaba viviendo le resultase bastante
raro.
-
Dani, Se que esto puede resultarte ahora
bastante raro, pero por mucho que ahora esto te parezca imposible, es real-
Explico la chica de cabello oscuro y rizos indefinidos.
-
Es real, lo sabeees! – Cantó Shishá. Aunque revoloteaba al lado de Dani, este resultaba
confuso. Las palabras de Miriam fueron lo que le hizo entrar en razón.
-
Vale! Esto es rarísimo, si se lo contásemos a
alguien no nos creería, pero voy a ayudaros. No podéis enfrentaros solas a
esto.
La chica le abrazó. Durante un largo tiempo
las palabras se callaron. Quedo un silencio. Un silencio que demostraba que
ambos podían confiar en el otro, que aunque en ese mismo momento todo pareciese
extraño podían contar el uno con el otro.
Miriam le dio las gracias, pensó. ¿ Quién
era el realmente, que tenía que ver con todo esto? No lo sabía, le importaba.
Debía descubrirlo antes de que las miles de preguntas le rondasen por la
cabeza. Debía ayudarse, y para resolver todas sus preguntas, debía contar con
otra persona.
Cogió el teléfono, marco el número. El plan
marchaba sobre ruedas. Solo había que creerlo.
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